Gallinero de Pocholo

Fábula: El Gallinero de Pocholo

Cierto día en la Estancia la Paloma, se encontraba en el gran gallinero El Gallo Rengo. 
Dentro del mundo del gallinero, cada gallina tenía su nido.  Y como ocurre en el mundo normal, también había chismerío, celos y envidia. Lo mismo que pasa en nuestras vidas.

Las gallinas lucían su belleza y se hacían sentir.
Un cierto día, dos vecinas que limpiaban su nido comenzaron las chanzas. Una de ellas, era Diana la reina del lugar y la otra, era Ramona quienes conversaban de sus cosas.

Diana, hermosa gallina, ostentosa  y elegante y la otra pobre. Una de esas que le faltaban plumas y toda desprolija, pero igual tenía a Pocholo el gallo rengo, quien le daba el nombre al gallinero. Pero ambas eran felices. 

Diana con toda su picardía le hacía ver lo bella que era y la otra por mas que acomodara sus pocas plumas no le podía hacer ni sombra. 

_Viste qué hermosa que estoy hoy?_  le decía Diana a Ramona 

Ramona le contestaba: _ si yo tuviera tu edad, igual mi nido será el mejor_ Y ni te cuento mis pollitos. 

_Ja ja, _le contestó Diana. Tú nunca podrás tener nada como yo. 

En ese momento pasó un gallo colorado, el mejor del gallinero que ya le había echado el ojo a Diana y  la invitó al comedero a charlar y de paso hacerse ver que estaba con la reina del gallinero.

Ramona quedó llena de envidia ya que Pocholo ni la sacaba a dar una vuelta. 

Entonces cuando Diana se fue, Ramona aprovechó y les cambió los huevos del nido de ella al de Diana.  Y cuando ésta regresó, ni cuenta se dio.
Ramona estaba recontenta porque seguro los pollitos de Diana iban a ser igual a Pocholo más feos imposible. 

Así pasó el tiempo y cuando comenzaron a nacer los pollitos de Ramona eran hermosos mientras que los de Diana no lo podía creer eran los más feo del gallinero. 

En esos días Diana tuvo problemas con el gallo colorado y éste la miraba desconfiado.  

Hasta se enojó con la reina del gallinero, mientras Ramona se paseaba con su cría tan hermosa. 

Moraleja
Nunca descuides tu nido, ni seas vanidosa. Porque a la larga te arrepentirás. 

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