Una narrativa social desde mi sentir humano y solidario
De origen humilde, sensible ante las escenas que inscritas están en mi memoria, parpadeando como una celestina estrella, cuando desde temprana edad escuché hablar del sufrimiento de la especie, entonces, bajo el encantamiento del cuadro más sublime mi ser, se iluminó con la bendita luz de los ojos de mi progenitora.
Llegadas las anécdotas, los paisajes que las pupilas atesoran, los momentos que se imprimen eternos en los recuerdos, las vicisitudes y las alegrías fueron forjando mi ser. Y así como el tiempo transcurre como el río con sus bellos encajes, los años sumaron su dosis de bella presencia. Escribo porque siento el latir de los corazones palpitando por un mundo y un mañana mejor, y creo en el amor como el Romeo aprecia la flor más hermosa, ya que sin esta resonancia dónde navega fecundo el idioma con su más preciosa frescura, el ser humano sería huérfano y estéril.
Carecería el niño de calor y el joven sería falto de sueños. Más aún, los golpes que deja la vida son injustos ante los más vulnerables. Seres que no tienen la culpa de haber nacido sin recursos ya que el hombre bajo su yugo egoísta, es quien separa lo divino de lo humano, y ante esta quimera creo en lo ferviente que se siente un abrazo, cuando viaja hasta un alma receptora al reboso de un ángel de luz.
Nada soy sin la fe y todo lo tengo, y aún frente a una pandemia que en vez de derrumbarme me anima y me fortalece, no renunciaré al servicio social pues sin ánimo de lucro actúa mi conciencia. Creo en esta convicción: Lejos de la matriz degenerativa de la política se podrá regir un día, bajo el símbolo fecundo del amor. Este planeta que necesita renovarse desde sus cimientos, ya que los derechos de los individuos son sagrados y respetables y ninguna causa es justificable cuando se actúa con alevosía e injusticia.
Y dado los parámetros donde la democracia lo expresa claramente, toda madre y sus vínculos son las bases primordiales donde se desarrollan las sociedades. Atender sus necesidades y buscar los mecanismos que faciliten una mejor calidad de vida, debe ser compromiso de todos, y sobre el ejercicio que magna la justicia; este mundo podrá erigirse con niños y jóvenes comprometidos a ser servidores y a aunar esfuerzos porque las multitudes gocen de paz y de armonía.
El buen vivir y la sana convivencia no pueden ser motivo de proselitismo si no hay de por medio la honradez como principio fundamental del hombre ya que la moral es hermana de la ética y los ejes con que el patriarcado ha intentado dominar las voluntades no podrán mermar esta ansia de esperanza que puja ferviente exigiendo el respeto de sus derechos.
A su vez, debo exponer como un propósito elemental de mi existencia, que me hace meditar cada día más, como un aprendiz de versos, sensible ante el sufrimiento de la especie y consciente de que el mundo necesita de inmenso afecto y amor. Desde la base de la igualdad que todo ser humano a bien merece para forjar desde la directriz de la educación nuevos seres comprometidos a ser servidores desde el ejemplo, frente a un presente calamitoso que deja mucho que desear cuando las sociedades penden de un ejercicio político deplorable.
Atentamente; un ser humano comprometido a actuar desde las necesidades de los más desamparados, con ahínco, con fervor y con transparencia. Porque el tiempo no espera y para mañana es tarde porque la congoja se apodera de los humildes.
Autor: Tony Cedeño (Ecuador)