Los ojos de un niño y sus necesidades

La infancia y su vulnerabilidad

La problemática social es tan profunda que nos lleva a meditar y a crear actitudes sensibles frente a un presente calamitoso. ¿Cómo podemos generar un bálsamo que ayude a otros a suplir esta necesidad imperiosa, que demanda de urgentes atenciones ante una crisis aguda que se sostiene del péndulo de la esperanza? Nada habrá más sostenible que el amor, porque de este germen emerge la más límpida transparencia que habita en cada niño, ya que con cada infante que nace, Dios está renovando su alianza de amor con los hombres. 

Y ante esto, urge tomar acciones que converjan a favor de los sectores más vulnerables, creando una empatía social que se sume en rango ascendente, buscando lo primordial ante el cuadro de pobreza en el cual se sumerge el planeta. Entonces, siendo conscientes de esta premura que no puede esperar, hay que trabajar necesariamente en pro del futuro. 

Y si la adversidad aflora cual viento huracanado, habrá que erigir en las blondas partituras del corazón aquello que más nos conmueve, pues de la luz primigenia de donde proviene la gracia, hay siempre un pedacito de océano en los ojos inocentes de un niño.

Y hay aquello que pervive como una joya su brillo, el celeste parpadeante de una estrella, el paisaje donde se avista una flor; son los ojos llenos de gracia un temblor y su bello color: ¿qué sería de la vida si se esfumara la esperanza o acabase silente en la más profunda nostalgia el anhelo de un mañana mejor?

Que sean las directrices de los estados quienes amparen estas frágiles raíces que se mueven divagando cuál bruma noctámbula en la noche.

Es preciso aunar de la manera más próxima el socorro, pues no es derecho justo para un infante el sufrir de esta manera.

Por: Tony Cedeño (Ecuador)

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