Don Sapo Pocopelo Cocoliso

El sueño se convirtió en realidad, porque el estero amaneció sin una gota de agua y parece un desierto. El calor que provoca la sequía es infernal para él. La vida se retira de sus ojos.

―Nieta Ranita Saltimbanqui, toca mi cabeza y dime cómo la sientes. También mis tripas están como brasas de fogón. Hasta sueño con la Pelona que viene por mí. No tengo miedo, estoy listo ―dijo con voz temblorosa el anciano don Sapo Pocopelo Cocoliso.

―Abuelito don Sapo Pocopelo Cocoliso, lo quiero mucho, muchito. Yo sé que se está muriendo de hambre, pero con esta sopita de insecto y caracol va a revivir. Usted es mi único familiar, no me deje sola; los vecinos don Sábalo y Garza Garcinia demoran en visitarme ―sollozó la niña, sin darse cuenta de que ellos la escuchaban.

―Vecino don Sapo Pocopelo Cocoliso, no se muera. Yo estoy también triste porque mi tío don Sábalo está sin fuerza ya que carece de comida. Hace tiempo que no se alimenta con grillos, gusanos, nances y pepitas de espavé ―intervino Garza Garcinia.

―Es cierto lo que asegura la sobrina, vecino don Sapo Pocopelo Cocoliso. No olvidemos lo que dice la ley: «Sobrevive el más fuerte». Entonces, tenemos que tragar residuos de basura, corchos y papel plástico ―agregó don Sábalo con el rostro preocupado.

―Sí. Fuimos una vecindad feliz que se alimentaba con camarones, cangrejos y pececitos bocachicos, pero ahora solo comemos las garrapatas de los caballos y las vacas, ya que nuestro lema es «No saltar garrocha» ―aseguró Garza Garcinia.

―Abuelito Sapo Pocopelo Cocoliso, ¿oye lo que dicen los vecinos? Usted está deprimido porque ha visto también la pobreza de los ríos ―opinó la nieta Ranita Saltimbanqui.

―Es cierto, mi niña Saltimbanqui. Escuchen todos mis razones: Cada vez, la gente tala más árboles y ya no hay día fresco. Mi cuerpo no resiste la ola de calor. Mis riñones, igual que la tierra con las especies vegetales, están resecos por falta de agua. Sin embargo, tú puedes sobrevivir porque eres joven. No dejes de luchar contra las injusticias de los humanos. Tú eres parte de este maravilloso planeta azul ―concluyó don Sapo Pocopelo Cocoliso.

El sol abrasa la piel de los humedales en el país más diverso del mundo. El verano somete las flores y frutos. Los ríos parecen hilos de agua. Los bosques claman por un poco de lluvia. El estanque de peces disminuye. La espiga de arroz sufre por la escasez de agua.  Los amigos contemplan el infortunio del estero. El anciano se ha deshidratado. Su mirada sedienta se pierde en las tinieblas.

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Aura América González Beitia

— Autor —

1 Comentario

  • Berta A. Beitia j.

    Los personsjes y el entorno son reales, pero predentados con lenguaje pintoresco. Las vivencias de los personajes tocan la conciencis del lector y lo conducen a una seria reflexión. Es un texto apropiado para miños y adultos.

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